La Fascinante Historia de un Gigante Constructivo: ¿Cómo se Creó el Hormigón?
El hormigón es, sin duda, uno de los materiales más omnipresentes y esenciales en el mundo moderno. Desde los rascacielos que arañan el cielo hasta las carreteras que conectan continentes, su presencia es fundamental. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo surgió este ingenioso compuesto que ha dado forma a gran parte de nuestra civilización? Su historia es un viaje milenario de descubrimiento, ingenio y evolución.
Los Primeros Pasos: Más Allá del Cemento Moderno
Aunque a menudo asociamos el hormigón con la era moderna, sus raíces se hunden profundamente en la antigüedad. Los primeros «cementos» y mezclas similares al hormigón surgieron hace miles de años, mucho antes de la invención del cemento Portland que conocemos hoy.
Egipto y la Pirámides: Algunos arqueólogos sugieren que los antiguos egipcios pudieron haber utilizado una forma rudimentaria de hormigón o geopolímeros en la construcción de algunas partes de sus pirámides y monumentos. Aunque su uso no era tan extendido como el de la piedra tallada, demuestra una comprensión temprana de la unión de materiales.
China Antigua: En el Lejano Oriente, la Gran Muralla China incorpora en algunas secciones un tipo de argamasa hecha con arroz glutinoso y cal, que proporcionaba una resistencia y cohesión sorprendentes, actuando como un precursor de lo que hoy llamaríamos mortero.
El Hormigón Romano: Una Revolución Ingenieril
Sin embargo, los verdaderos maestros del hormigón en la antigüedad fueron los romanos. Su «opus caementicium» (obra de cemento) fue una maravilla de la ingeniería que les permitió construir estructuras monumentales que han resistido la prueba del tiempo, como el Panteón y el Coliseo.
¿Qué lo hacía tan especial? Los romanos descubrieron que mezclando cal viva, agua, arena y un ingrediente volcánico clave llamado puzolana (ceniza volcánica de la región de Pozzuoli), podían crear una pasta que no solo fraguaba bajo el agua, sino que se volvía increíblemente dura y duradera. Esta cualidad de «fraguado hidráulico» fue revolucionaria. La puzolana reacciona con la cal para formar compuestos cementosos que eran extraordinariamente resistentes.
Gracias a este hormigón, los romanos pudieron construir arcos, bóvedas y cúpulas de un tamaño y complejidad sin precedentes, dando origen a un imperio con una infraestructura duradera.
El «Olvidado» y el Resurgimiento
Tras la caída del Imperio Romano, gran parte del conocimiento sobre la fabricación y el uso del hormigón se perdió en Europa durante la Edad Media. Las construcciones volvieron a depender de la piedra, la madera y la argamasa de cal más simple.
No fue hasta el siglo XVIII, con la llegada de la Revolución Industrial y la necesidad de construir infraestructuras más robustas (canales, puertos, faros), que el interés por los cementos hidráulicos resurgió.
John Smeaton y el Cemento Hidráulico Moderno: En la década de 1750, el ingeniero británico John Smeaton fue pionero en la investigación de materiales cementantes para la construcción de un faro en Eddystone. Experimentó con diferentes mezclas de cal y arcilla, descubriendo que una proporción específica producía un mortero que fraguaba y endurecía bajo el agua, similar al cemento romano, marcando un hito en el renacimiento del cemento hidráulico.


